viernes, 6 de enero de 2017

Castillos en el Aire. By Claudia Luna


Castillos en el Aire. By Claudia Luna 

Cuando te desapegas te liberas. 
No puedes atrapar la vida en tus manos, ni mantener agarrados átomos y moléculas. 
Es una ilusión pensar que lo perecedero es para siempre y hay que aprender a estar cómodos en la incertidumbre y la inseguridad, para ser realmente libres de los apegos. 

Nada te pertenece todo es prestado. Lo tendrás un rato, aunque ese rato dure años, luego ya no lo tendrás. 

Acabarán todas las cosas de este mundo porque sólo tu alma es eterna.

Sin embargo pasas tantas horas en la superficie de lo material y tan poco tiempo en tu ser interior. 
Jesus nos dice en la Biblia "porque allí donde este tu tesoro también estará tu corazón" ... Y esto es tan verdadero. 
Si pongo mi corazón en las cosas del mundo, ese será mi tesoro.

Y las cosas del mundo nos harán felices solo de a ratos. Solo en Dios está la felicidad eterna. Y a ese Dios lo encuentras solamente en tu interior. 

Esa paz que permanece estable aún ante las circunstancias del mundo exterior, esa calma que nos cobija y asegura, aún en medio de las tempestades de la vida, esa dicha del corazón que se ha encontrado y reconocido en sí, y con él ha encontrado a dios y a todo un universo dentro suyo, esa dicha no es negociable ni se canjea, ni se puede perder, ni se puede olvidar, ni puede ser arrebatada por nadie. 

Es tuya para siempre. Una vez que encuentras ese tesoro en ti, no hay nada que se le compare. Por eso todos los sabios de la humanidad han dedicado su vida, primero a encontrarla y luego a enseñar a otros el camino. 

Y ese camino es siempre un camino de regreso a ti. A la esencia misma con la que fuiste creado. 

Que hay allí ..? Que hay en ese templo interior tan custodiado y para muchos de tan difícil acceso, que tú no puedes aún ingresar..? Por qué está cerrada con llave esa puerta que te lleva hacia dentro de tu alma y que contiene todos los secretos y la sabiduría del universo..? 

Por qué aún no logras abrir el cerrojo, no encuentras la llave y aunque te acercas aún no logras entrar al recinto donde te espera Dios en una mesa para dos, sentado allí en silencio y quieto, para tener una cena íntima cara a cara con él..? 

Hay un solo guardián impidiendo tu entrada. Tu "EGO". 
Ese otro tu. Ese personaje que te has creado. Lleno de prejuicios, de condicionamientos sociales, de ideas erróneas, de pensamientos inútiles, de deseos perecederos, de mucho pasado, de tanto futuro, de miedos, de ansiedades, de traumas, de conflictos, de dudas, de ilusiones vanas, de necesidades, de delirios de poder y de grandeza, de omnipotencia absurda porque no es nadie, no es nada, de cientos de historias repetidas, de cuentos que te cuentas a ti mismo. 

Ese personaje ridículo. Con aires de importancia. Que cree que sabe todo. Que piensa que es mejor que los otros. Que te daña y que daña porque está lleno de sí y vacío de Dios. 

Ese "Yo", que le susurra tonterías a tu mente y te hace creer en mentiras y supersticiones. Que te enferma, te limita, te confunde y te separa de ti mismo y del resto de la humanidad. Que te aleja de Dios porque te priva de lo más básico que tienes, de lo más sagrado, te priva del amor. 

El Egoísmo, ese amor a si mismo, pero no a tu ser interior que debes amar más que a nada, ni a nadie, sino a ese personaje que te has creado y que han creado tus padres con sus carencias, tus relaciones conflictivas, y una sociedad llena de ideas erróneas. 

Ese egoísmo es el que hace tan difícil el camino de regreso a ti, entorpece tus buenas intenciones y no te ha permitido ser feliz. Te mantiene sufriendo. Porque se alimenta de eso, se alimenta de ti. 

Y quien lo alimenta ..? Tu. 
Lo haces tú a diario. Cuando sigues inventando historias de víctima y sufrimiento en tu mente. 
Cuando te sientes el centro del universo y no puedes dejar de pensar en tus problemas y son más importantes tus nanas que el dolor de toda una humanidad. 

Cuando te sigues engañando con cuentos y pensamientos viejos y te ciegas a la grandeza alrededor tuyo, a los mares, al cielo, a la música, al arte, al color de los amaneceres, a esas flores de tu jardín , al oxígeno que respiras gratis cada día, al milagro de los ojitos de tus hijos, de su piel color a ti, al perfume del café de la mañana, de la ducha caliente en tu cuerpo, a la comodidad de tu cama por las noches, a la poesía de Neruda, al canto de Pavarotti, al olor a pan fresco, al sabor a naranjas, a la belleza de este mundo y mucho, mucho, muchísimo más que hay por ver y sentir con los ojos del alma, cuando le cures la miopía causada por el ego a tus ojos. 

Suéltate. Libérate. Entrégate de una vez a la vida que es tuya para siempre y eterna. 
Deja de construir castillos efímeros y temporales que se los lleva la primera ola y te quedaras con las manos vacías.

Empieza a transportar arena a tu interior y construye allí un castillo que nadie ni nada podrá jamás destruir porque está custodiado por el mismísimo Dios. 

Claudia Luna

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