miércoles, 4 de enero de 2017

Más allá de las Formas. By Claudia Luna


Querer, necesitar, desear, sentir la necesidad de carencia, de insatisfacción, de que algo nos falta...
Sufrir, tener miedo, sentirse intimidado, amenazado, ansioso...
Todo viene del mundo de las formas. 

Cuando te conoces a ti mismo, cuando te vuelves consciente y te despiertas, ya no necesitas nada, no sientes carencias y los deseos, se cumplan o no se cumplan, no modifican en nada tu estado, que es de paz, de felicidad y de un sentido de conocimiento que no proviene de la mente sino de algo más allá de la mente y los conceptos, algo que "se sabe" desde adentro. 

Y entonces las circunstancias ya no pueden impactarte, no pueden alterar tu calma. Te sientes completamente liberado y te conviertes en una presencia, plena de dicha y paz.

Tienes que ver la impermanencia de las formas. Tienes que comprender que todas las formas desaparecerán. 
Mira a tu alrededor. Esa rosa que hoy está allí, mañana no estará. 
Todo el exterior es impermanente, sujeto a cambio, temporal.

Cuando vives en el mundo de las formas, y te identificas permanentemente con él, y no te reconoces como un ser espiritual teniendo una experiencia material, todo alrededor te afecta, eres susceptible al ambiente y al comportamiento de los otros. 
 
Al reencontrarte con tu ser interior, te reconoces nuevamente como un ser espiritual, el cual ha tomado una determinada forma en este mundo para cumplir la misión que tienes y servir a la evolución. De esa manera ya nada del mundo de las formas te afecta demasiado, sino que te elevas más allá de las personas y de las cosas y todo, absolutamente todo, deja de ser determinante o traumático. 

Incluso el sufrimiento. Aún el más intenso 
sufrimiento, ese que nos cala profundo en el ser, puede ser una experiencia de despertar de la conciencia y a través de él, experimentar una profunda paz.

El sufrimiento humano es inevitable. Debes aceptarlo. Sentirlo, si es que te toca sufrir, sin hacer ningún historia  mental, solo sentirlo, permitir que este en ti y luego que pase a través de ti. 
Cuando te sumerges en el sufrimiento y lloras, sientes profundo dolor, dejas que tu humanidad sienta esa pena, es cuando realmente te limpias por completo de las superficialidades y frivolidades de la mente y sus condicionamientos y retornas al reino del alma. 

Rendirte al sufrimiento tiene una enorme connotación espiritual que, cuando le quitas el diálogo mental y solo lo vives tal cual es, te transforma.

No significa que debas disfrutar el sufrimiento. Significa que debes aceptarlo y superarlo. 

Cuando logras este encuentro con tu lado espiritual que está más allá de todas las formas, entonces no hay más sufrimiento. No te causas sufrimiento psicológico, que es el drama producido en la mente. 
Puedes experimentar uno que otro dolor, lo vives y lo dejas ir, pero tu mente ya no transforma el dolor en sufrimiento. 

Y entonces como ya no sufres, ya no causas sufrimiento a los demás. 
Ya no necesitas tener la razón, ni manipular, ni mendigar amor. 
Te reconoces en el otro, dejas de separarte y dejas de juzgar porque ya no estás en el mundo de las formas y los conceptos y al entrar a esta nueva etapa en la evolución, entras al reino del amor, al paraíso en la tierra. 

Aceptas todo. Te rindes al flujo natural de la vida. Danzas junto a todos los seres vivos la danza del universo que es siempre sabia y perfecta cuando ya dejas de querer entender todo y solo lo vives.

Entras al estado del amor. Al nuevo estado de conciencia en donde todos los seres se perciben en su esencia y no en sus formas. 
Y esto te libera y esto te eleva y te engrandece. 

Namaste 🙏

Claudia Luna

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