sábado, 26 de noviembre de 2016

Cae la Noche... By Claudia Luna


Un cielo estrellado me mira curioso. 
El universo sabe. Sabe que yo y el somos uno, bailando juntos la danza cósmica del amor. 

A veces esa danza es suave y al unísono, muchas otras hacemos pasos distintos y me pierdo. Muchas veces no quiero bailar. Me encierro en mi casilla de seguridad y cosas conocidas. 
Me pongo mi ropa de siempre, veo solo las caras que me resultan familiares y prefiero no ir más allá. 

Y pienso al mirar la noche ... En la infinidad del cielo eterno se juegan los destinos y también las "causalidades".  

Y me cuestiono el libre albedrío ... Seré libre realmente ..? 
Si la libertad es la capacidad de elegir, es un poco confuso entonces 

Pareciera que soy libre al menos así lo dicen las constituciones y organizaciones humanas. Así lo gritan los poetas ... 

Pero no elegí mi nombre. Ni el día en que nací. No elegí el país ni mi documento. No elegí mis padres ni mis hijos, ni este color de ojos, ni mis huesos. No elegí el tono de mi voz, ni cuando empezaría a usarla, no elegí mis traumas ni mis órganos sexuales. Ni el color del cabello de mi hijo, ni que muriera mi padre. Y tampoco voy a elegir el día de mi muerte. 

Para ser una persona libre, bastantes cosas se han olvidado de preguntarme ... 

Sin embargo aquí estoy. Me han dado un pincel y un lienzo en blanco 
Y me han dicho, anda ... Vive 

Vaya manera de lanzarme a este mundo lleno de interrogantes y de extraños acontecimientos. En medio de toda esta gente que muchas veces no parece entenderme. 

Me han dejado solo. Pareciera que estoy lleno de gente, pero he comprobado que aunque este unido a ellos por lazos de amor o de sangre, muchas veces ignoran o distorsionan mis mejores intensiones.

Cae la noche y aquí estoy ... 

He construido mi vida con las piezas que me han tocado en este reparto cósmico de las formas y no hace mucho en realidad, el rompecabezas comenzó a tener sentido. 

Cada pieza, hasta la más difícil ha ido encajando. Las palabras sueltas se volvieron frases que me penetraron hasta mi ser, y hasta los dolores se volvieron santos. 

Pensaba que iluminarse era desaparecer de la vista de la gente e internarse por ahí en alguno de esos remotos monasterios. 

O ser serio y solemne, estático y perfecto. 
Escapar del ruido del mundo a un lugar Imperturbable, donde nadie pueda distraerme de meditar día tras día.

Pero no. Nuestra tarea es iluminarnos entre la gente. Conservar la calma en medio de un mundo que parece a veces ir por caminos tan amargos. 
Estar presentes en el ser aunque nos griten, nos humillen, nos critiquen, nos lastimen e incluso cuando nos aman y se apegan a nuestras formas desconociéndonos el ser. 

Soy la luz del mundo decía Jesus. Y también hablando con los apóstoles les dijo "Ustedes son la luz del mundo". 
Y esta paradoja se repite en nosotros. 

Nuestra única misión es ser conscientes. Es elegir la conciencia cuando puedo elegir el ego. Perder el mundo para encontrar a Dios. En mi y en los otros, donde no hay separación. Iluminar el mundo con mi antorcha.  

Y allí recupero mi libertad. Ahí me encuentro cara a cara con mi libre albedrío. 
Y todo lo que elijo desde ese estado de conciencia, es mi máxima expresión de libertad. 

Namaste 

Claudia Luna 

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