domingo, 11 de diciembre de 2016

La Aceptación de tus Formas... By Claudia Luna



Cuantas veces te miras al espejo y te rechazas..? 
Te quejas de tu rostro, de tus formas, de la textura de tu cabello, del contorno de tus piernas, de tus pies, de tu boca, del color de tus ojos. 

Siempre, absolutamente siempre, ese rechazo viene del eco de alguna voz que no fue la tuya. Alguno de tus padres, o amigos, o familiar o tu pareja. 
Tal vez rechazaban tu cuerpo o tal vez criticaban tus modos, tu personalidad. Y eso también ayudó a que dañes tu imagen física. 

Es como el relato del primer testamento de la Biblia, cuando Eva lo mira a Adan y le dice con vergüenza: "Estas desnudo!" 
Y recién allí Adán se percata de esto y corre a cubrirse con hojas. Recién allí toma conciencia de su desnudez. 

Tú te has visto bello la primera vez que te miraste al espejo de niño, y seguramente te has sonreído.

Luego las voces de otros y tus infantiles comparaciones han roto tu imagen y te han llevado a rechazarte. 

Si desde muy pequeño tus padres te hubieran reforzado la autoestima, tu imagen hoy sería de total aceptación. 
Pero no siempre es así. No siempre nuestros padres han sabido resaltar nuestras virtudes y minimizar nuestros defectos. 

Entonces vas por el mundo buscando aceptación. Un mundo que no acepta lo que no sigue los estereotipos de moda, no es el mejor consejero para solucionar tus problemas de autoestima.
Entonces vas de aquí para allá, en un constante vaivén de opiniones que te has ido formando acerca de tu figura, de tu forma. 

Y de repente esos ojos que son el sitio sagrado por donde entra la luz a tu ser, ya no te gustan. 
O tu cabello, con el color castaño del café o de las nueces, ya no parecen brillar como quisieras y ya tampoco te agrada. O lo estás perdiendo y no puedes aceptarlo. 

O han venido unos cuantos niños a través de tu cuerpo, de milagro y vida, pero tú solo ves sus cicatrices o sus marcas o como esas caderas no son las mismas, y tu piel no luce igual. 

Y esas manos, esas manos que ocupan las tres cuartas partes de la actividad del cerebro, esas manos que son arte, que preparan con amor los platos que alimentan a tus seres amados, ya no te satisfacen. 
O ese físico no tiene los músculos de las fotos ni de los modelos de las películas. 

Y te llenas de pensamientos negativos en cuanto a tus formas.
Y te rechazas. 
Rechazarte es castigarte a ti mismo. 
Es no respetarte. Es no amarte.

El cuerpo es el vehículo del cual se sirve la conciencia para poder cumplir aquellos actos que nos permitan evolucionar, realizar nuestro propósito y ayudar a aquellos que nos rodean a descubrir el suyo. 

El cuerpo es parte de la creación ya que Dios te ha hecho con rasgos y características únicas. Nadie es como tú. Entre billones de personas, nadie tiene tu rostro. Tus seres queridos te reconocerían entre la multitud. 

Sin embargo no puedes aceptarte. 
Y ese rechazo es más grave de lo que parece. Te consume energía tratando de ser lo que no eres. Te acompleja y te limita porque tu mente no puede permitirle simplemente ser como es. 

Tú no eres tu cuerpo. No eres tampoco tu mente. Eres esa presencia siempre bella, siempre contigo, siempre en paz, que nada juzga, que todo lo acepta porque simplemente Es.

Deja de identificarte con tus formas. Deja en paz a tu cuerpo y se convertirá en tu gran aliado. No te rechaces, hazte amigo de él, acaricia tu cuerpo y agradécele que te acompañe en esta vida. 

Y luego todo lo demás surgirá naturalmente. En lugar de privarte de lo que te gusta, incorpora de a poco alimentos saludables, y así tu cuerpo comenzará a rechazar lo que le hace mal. 

Respira, dale oxígeno. Se piadoso con ese corazón que no para de latir un segundo y de bombear sangre para oxigenarte y cumplir todas las funciones vitales. 

Dale lo que necesita, y escucha como te susurra todo lo que le hace bien. 
Interpreta sus señales. Lo necesitas para poder cumplir tu propósito y servir a la humanidad. 

Eres bello. Bello. Sonríes y ni los ángeles del cielo pueden resistirse a colaborarte. 
Generaciones y generaciones han dejado impresa su sabiduría en tu ADN y has nacido ya sabio y cada vez más perfecto. 

Dios está en ti. En la perfección de tus células que trabajan en equipo y al unísono para mantenerte vivo. 
La magia del océano y sus mareas habitan dentro de esa extensa epidermis con lunares y pecas que son solo tuyos y te hacen diferente al resto, con tus marquitas y colores. 

Ve hacia el espejo. Mírate como aquella primera vez cuando eras solo un bebé o un niño. Reconócete feliz. Acéptate único y sano. Defiéndete contra toda idea errónea de que te falta o te sobra algo. 

Eres tu alma vestida de ti. Viniste a danzar, a amar, a sentir, a saborear y a conocerte. El resto no existe. 

Hoy te gustas más que nunca. Qué lindo es saber que te tienes. Y que te tendrás siempre, más allá de tu cuerpo, y de tu forma, pero también en armonía y en aceptación con ella. 

Namaste

Claudia Luna 

Foto: Psique reanimada por el beso del amor, también llamada El amor de Psique o El beso.
Escultura de mármol de estilo neoclásico que representa a Cupido y Psique.
Antonio Canova- Museo del Louvre en París.

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