miércoles, 21 de diciembre de 2016

La fibromialgia: La enfermedad de las emociones no expresadas


La fibromialgia es la enfermedad de las emociones no expresadas. Es fruto de un conflicto interno, lo hemos generado nosotros.



 El órgano más afectado es el hígado, depositario de las emociones contenidas según la Medicina Tradicional China el hígado regula las fascias, musculatura, tendones, ligamentos, articulaciones, conductos de venas y arterias, y la vista. Este órgano es también el encargado de la desintoxicación de todos los tóxicos que nos enferman, tanto externos como internos.

La fibromialgia tiene un gran abanico de síntomas, el principal es el dolor músculo-esquelético generalizado, con rigidez y fatiga, que viene acompañado por una disminución de la concentración y la memoria, insomnio, colon irritable, vejiga irritable, dolores de cabeza, ansiedad, síndrome de piernas inquietas, dolor torácico, fuertes y dolorosas menstruaciones, disminución de la visión, calambres, etc.

Para tener salud y armonía tenemos que alinear el pensar, el sentir (emociones) y el actuar (acción/palabra). En la fibromialgia hay una mala gestión de los pensamientos y emociones, porque su energía no se libera en la acción o mediante la palabra. La acción se reprime y la energía del pensamiento y emoción se quedan bloqueadas en forma de tensión, que se manifiesta mediante dolor y una gran variedad de síntomas.

Las mujeres la padecen más debido a que la mujer es más emocional y más práctica. Sus bloqueos son más emocionales, mientras que el hombre es más mental y teórico. Por otra parte, el factor que hace posible esta enfermedad es la represión. No hay duda de que, en nuestra sociedad, ya desde la infancia, la mujer está más sometida a represión que el hombre.



Como todas las enfermedades, la fibromialgia es multifactorial, pero su origen se encuentra en los patrones culturales, familiares y sociales rígidos, que producen represión en la infancia. El niño copia estos patrones para sentirse querido, y se convierte en obediente y sumiso sin serlo, y empieza a desarrollar una falsa personalidad, apartándose de su esencia. Los defectos psico-emocionales que acompañan al enfermo son: el orgullo perfeccionista para sentirse valorado por el entorno y la ira contenida, una emoción que, si no se libera, es devastadora de la salud.

Se puede recuperar la salud si esta es nuestra voluntad, tenemos la información necesaria y estamos dispuestos a hacer cambios desde la globalidad del ser humano. Necesitamos una gran transformación de la manera de pensar, sentir y actuar, que generan una nueva persona sana, libre y feliz.

 Para aumentar el nivel de los neurotransmisores es recomendable  las legumbres, que contienen triptófano, por ser un inductor de dichos neurotransmisores.

Para sanar son necesarios los siguientes cambios: el cambio de actitud nos lleva a dejar de sentirnos víctimas para hacernos responsables, dejar de ser pasivas para ser activas, empezando a autogestionar la enfermedad como protagonistas mediante el empoderamiento. No esperemos que nos curen, es necesario algo de inconformismo y de rebeldía para tomar nuestras propias decisiones y dirigir nuestras vidas. También necesitamos un cambio de estilo de vida, simplificándola y dejando el estrés. 

Asimismo, es necesario sustituir los patrones establecidos por nuestra experiencia vivida y comprendida, que nos ayudará a decir “no” sin sentirnos culpables.

 Es fundamental el cambio de hábitos que nos perjudican, especialmente el de la alimentación, una alimentación que nos depure el hígado de tóxicos, entre ellos los de la medicación, que nos aporte energía, alcalinidad, que nos estimule el sistema inmune, y que sea antiinflamatoria y antioxidante.

Las enfermedades nacen debido a los defectos psico-emocionales de la humanidad, pero aumentan y se agravan por el estilo de vida y la mala alimentación. Actualmente esta enfermedad se ha expandido debido a la autoexigencia que la mujer se ha autoimpuesto para llegar a todos los ámbitos que la vida moderna le muestra, como la profesión laboral, la familia, la casa, las relaciones sociales, etc. Todo ello, muchas veces, sin la posibilidad de dirigir su vida.

Fuente: Ma. Angeles Mestre

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